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Arganda del Rey, una ciudad por descubir

Cuando un extraño llega a Arganda del Rey, lo primero que se le viene encima es un sentimiento de respeto hacia esa ciudad que huele a pasado milenario y a una historia difícil de olvidar; a este municipio, que tuvo castillo, que tuvo torreón, que fue Villa Realengo y escenario del histórico Motín de Arganda, en el que el paso de los días, de los años, de los siglos ha dejado huella. Cuando visite la ciudad, no pregunte por su alma, la notará presente en su ambiente. Junto al mercado, junto a la iglesia, junto a sus fuentes. Y es que, en Arganda, el pasado, el presente que ahora vive y el futuro que promete, se mezclan en una sola ciudad. Nada es por casualidad; la ciudad de ahora, tampoco.

Arganda del Rey cuenta con diferentes elementos de interés para el turista, teniendo en un mismo lugar posibilidades de turismo rural, turismo industrial, turismo histórico, además de un espectacular turismo natural.

Historia de Arganda

La localización geográfica de Arganda favoreció desde el Paleolítico sucesivos asentamientos de grupos humanos. Con la llegada de los romanos a la Península, su situación estratégica como encrucijada de caminos en la ruta que unía Mérida y Zaragoza, y la proximidad con la ciudad de Complutum (Alcalá de Henares), hizo que se asentaran en la zona pequeñas villas que abastecían de materias primas a la ciudad. La herencia romana quedó también plasmada en el topónimo, ya que se asocia el nombre de Arganda, con el de “area-canda”, o superficie blancadebido a la abundancia de piedra caliza de la zona.
20141213_171604_w800Con la invasión musulmana (711) comienzan a levantarse castillos y fortalezas, en Arganda se levanta una atalaya en un lugar elevado entorno al cual se agrupan algunas casas, que darían lugar al primer núcleo de población, que ya se consolidaría durante la Reconquista y la repoblación cristiana. Años más tarde, ya en el siglo XIV, la zona sufrió una fuerte despoblación debido a la alta mortandad provocada por la Peste Negra, agravada por las malas cosechas y plagas. Según cuenta la tradición, la población de las localidades de Vilches y Valtierra huyeron, asentándose en el actual núcleo urbano.
El número de habitantes aumentó de manera considerable con la llegada de población morisca procedente de Andalucía, lo que hizo que se expandiera el casco urbano. Con el establecimiento de la capital en Madrid en 1561, Arganda se encontraba en un enclave fundamental en el camino hacía Valencia. En estos años la villa se separa del Arzobispado de Toledo, la población compró la villa a Felipe II, quién otorgó a Arganda la condición de Villa de Realengo en 1581, denominándose desde ese año como Arganda del Rey.
Poco duró esta situación de independencia, debido a la penosa situación económica, la villa tuvo que ser vendida al Duque de Lerma, válido del rey. Esta situación provocó el famoso “Motín de Arganda” en el que el pueblo se reveló contra la compra del pueblo por parte del Duque, bajo cuyo señorío estuvieron hasta 1650, año en el que recuperaron la condición de Villa de Realengo. A partir del siglo XVII, se establece en Arganda la Compañía de Jesús, su llegada trajo consigo el cultivo de la vid y la producción de vino, dando origen al excelente vino argandeño. Un siglo más tarde, los problemas fiscales, harían que la compañía fuera expulsada de la villa.
Ya entrado el siglo XIX, se inicia un periodo de auge económico, propiciado por el cultivo de la vid y el olivo, y la llegada del ferrocarril.
Con el siglo XX se inicia la industrialización, gracias sobre todo, a La Azucarera que dio un gran impulso económico y social a la localidad. Este bienestar llegó a su fin con el inicio de la Guerra Civil, Arganda se convierte en un enclave estratégico para las tropas franquistas, que intentan penetrar a través del este en la capital. Los años de Posguerra fueron años duros, hasta que en los años 60 se inicia la reimplantación de la industria, en los 70 se implantan nuevos servicios, que poco a poco van convirtiendo Arganda en un importante centro económico y cultural.